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El régimen inmigracionista navega entre Escila y Caribdis, entre la izquierda y la derecha, a las que tiene que alimentar para mantener la división de la población que asegura su existencia. Sin embargo, el saqueo y destrucción de la clase obrera, a través de la desindustrialización, la brutal presión fiscal, la corrupción política, el paro masivo y la competencia desleal entre trabajadores (inmigración subvencionada) y países (dumping), ha forzado a los caciques a atacar la propiedad y libertades de las clases medias y altas, en busca de fondos para subvencionar el inmigacionismo esclavista. La agresión caciquil, camuflada con falsas medidas 'médicas', un encarcelamiento de larga duración y la creación de ritos sociales de sumisión y nuevas supersticiones (aplausos, mascarillas-burka, tests...), ha provocado, tras largos días de ineptitud, manipulación y mentiras, protestas en los barrios más acomodados de la capital que ponen en peligro la paz social, la paz podemera de un régimen que intenta evitar una lucha incierta. Los caciques no pueden permitir el desarrollo o profundización de unas protestas que, si no son desactivadas a tiempo, podrían extenderse al resto de la población y desencadenar un conflicto de clases que destruirá el régimen negrero. Muchas revoluciones empiezan con el descontento de los que se creen 'privilegiados'...
comité espartaco |
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