La huelga como instrumento de la patronal.
Los numerosos pero anárquicos, dispersos e inconexos, conflictos laborales que se suceden a lo largo y ancho de Cortijo-España contra la explotación feudo-capitalista, no son más que una lamentable sucesión de derrotas obreras, que ponen de manifiesto la desorganización, manipulación y total sometimiento de una población desclasada y atomizada, dividida en Taifas antiobreras y grupos étnicos de reciente creación a través de la hiperinmigración.
En esta desoladora situación, la culpa de unos sindicatos verticales demoniacos y una babosa izquierda satánica, tiene especial gravedad pues, efectivamente, son esas 'organizaciones' profesionales del simulacro, la corrupción y la 'desorganización', las que han canalizado las energías de los trabajadores contra la productividad, el desarrollo económico y la militancia política seria.
En manos de los zánganos, pancistas y trepas del verticalsindicalismo y su versión política, la babosa izquierda, los trabajadores españoles han sufrido un ataque brutal y despiadado, una reforma laboral continua desde la muerte de Franco, en la que los salarios y condiciones de vida de la población han sido pulverizados de manera directa o indirecta, a través, entre otras artimañas, de una inmigración masiva, avalada, apoyada y organizada por los mismos sindicatos y partidos izquierdistas y que ha incrementado el dumping laboral y la oferta de trabajadores en varios millones, mientras el paro se ha mantenido en niveles inhumanos.
Hoy, bajo estas penosas condiciones, aquellos trabajadores que intentan defender esas conquistas del pasado, que flotan en la sangre aún no vengada de la Guerra Civil y la clandestinidad leninista, no deberían desgastarse innecesariamente en simulacros de huelga convocados por los tripudos y barbudos del verticalsindicalismo... huelgas 'amarillas' que, como las de la basura en Madrid o la Lavandería Central Hospitalaria, están siendo utilizadas por la patronal para ahorrar gastos y salarios de forma encubierta, aumentar la productividad en cortos periodos de tiempo, introducir el trabajo esquirol producido por la hiperinmigración de los sindicatos y la izquierda, identificar a posibles cabecillas y reestructurar y desmantelar las empresas a cargo del Erario Público.
La guerra de clases, guerra política por antonomasia, es la más cruel y despiadada y necesita verdadera organización, coordinación, nervio, inteligencia y, sobre todo, la purga de los infiltrados de la caciquía, los traidores sindicalistas y los babosos izquierdistas.
¡Caciques al GULAG!
Proletarier aller Länder vereinigt euch!
¡Reciprocidad! ¡Repatriación! ¡Revolución!