Fútbol, Cobardía y Emigración en Beneficio de los Caciques.
Si Marx mostraba su compasión y comprensión científica al calificar la religión como 'el opio del pueblo', en ese sentido medicinal y paliativo del sufrimiento humano, el nuevo opio deportivo parece haber sustituido todo atributo terapéutico por la repugnante embriaguez de los alucinógenos, estupefacientes y somníferos del ludópata empedernido y corrupto, fiel reflejo de la putrefacta e improductiva sociedad en la que habita y que, tras largas décadas de sangriento y absoluto reinado, civil y militar, de la caciquía cortijero-española, ha conseguido producir, a sangre y fuego, una población ignorante, indolente y acobardada, desorganizada e incapaz de hacer frente a la desmedida explotación y pillaje de su hacienda pública mientras se entrega, en cuerpo y alma, al circo futbolístico y espectáculos asociados.
Pero la dipsomanía y enajenación mental, alcanza su más alto grado en el implacable fervor religioso del nacionalcatolicismo patrio, que se manifiesta, una vez más, en el fanatismo liberal de una caciquía de izquierdas y derechas, sumergida y extasiada en la adoración de una distopía psicótica, violenta y sanguinaria y que está dispuesta a llevar su plan de ingeniería cleptómana hasta las últimas consecuencias, es decir, hasta el exterminio físico, mental y moral de la clase obrera e incluso de sí misma. Un exterminio que, hoy por hoy, toma la forma de emigración para una población superflua, dispensable, ayuna, apática, amilanada y convencida de que su supervivencia pasa por competir, hasta la muerte y allende los mares, con el resto de los trabajadores del mundo para el beneficio y solaz de sus amos.
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