La peor ralea de esclavistas chinos, da lecciones de explotación sanguinaria bajo la protección de la caciquía cortijera.
En una disimulada entrevista del diario nazi-izquierdista (o nazi-derechista) El País (http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/12/06/valencia/1354813282_500377.html), un prominente mafioso y explotador chino, representante de su sindicato en la corrupta Comunidad Autónoma de Valencia, nos regala, por enésima vez, con los usuales tópicos y manidas majaderías sobre el esfuerzo, el trabajo y el éxito con los que se intenta justificar la ultra-explotación, el atropello y el abuso sistemático y generalizado, no ya de la numerosa, semi-clandestina y semi-ilegal, comunidad inmigrante china, sino y por fácil extensión, de los propios nativos que, todo hay que decirlo, fueron lo suficientemente cobardes y pusilánimes como para permitir el establecimiento de colonias caníbales en su seno, colonias que hoy, bajo la protección de la corrupta y depravada caciquía, buscan su literal exterminio.
Ese fulano, ese capo, no es más que un representante del nuevo colonialismo antropofágico chino, discreto y silencioso, pero eficaz, masivo, coordinado y racista, que extiende sus devastadores tentáculos por todo el planeta, con la connivencia y ayuda de unas élites y oligarquías empapadas en negocios y trapicheos con la China y obcecadas en destruir las conquistas de los trabajadores de Occidente y del resto del mundo con una estrategia de inmigración, saturación y sustitución demográficas.
Sin embargo, a pesar de los titánicos esfuerzos de caciques, mafiosos y lacayos de todo pelaje por tergiversar la realidad de la explotación china y sus diferentes manifestaciones, mostrándola como eficacia laboral, aptitud física y capacidad psicológica sobrehumanas para resistir el trabajo, lealtad al patrono y sacrificio voluntario en aras de la empresa y la 'familia', lo cierto es que, los trabajadores chinos, en mucha mayor medida que otros trabajadores, rozan, si no entran de lleno, en la esclavitud, con largas horas de actividad irregular e ineficaz, cansancio permanente, el aletargamiento y desidia típicos de trabajos improductivos, monótonos y de jornadas extensas, irrazonables e ilógicas, sujeción a las arbitrariedades y caprichos de jefes y patronos, a los que se debe personalmente, tanto el trabajo, como la vida, la vivienda infrahumana y masificada, el cuenco de arroz sobre la marcha o el mismo salario, que quizás ha de ser utilizado para pagar las deudas de la inmigración, la legalización, los favores, etc, etc...
Los chinos no trabajan por placer, como se nos quiere hacer creer, como si fuéramos gilipollas, sino que son obligados con medidas extremas de coacción, de ahí que los explotadores necesiten las mafias y redes de infiltración e inmigración, comercio y trapicheo, los talleres clandestinos, las ilegalidades de todo tipo, las relaciones de dependencia personal y sentimental, los juegos de azar y demás mecanismos de deuda e, incluso, el crecimiento demográfico que garantice un suministro adecuado de carne de cañón. Pero, afortunadamente, de ahí también las frecuentes y sangrientas rebeliones y revoluciones de los trabajadores chinos (China es el país de las revoluciones...!!!), contra sus repugnantes amos. Esperemos que, si los españoles son finalmente eliminados, algo que no sería extraño o lamentable, los trabajadores chinos, al menos, organicen una sangría universal. Amén.
¡Caciques al GULAG!
Workers of the World, Unite!
¡Reciprocidad! ¡Repatriación! ¡Revolución!