La revolución árabe se enfrenta a la afirmación religiosa del Antiguo Régimen.
Los castigados trabajadores del mundo árabe y, en especial, los de Túnez y Egipto, donde el movimiento revolucionario árabe ha tomado un carácter clásico y masivo, han entrado en una nueva fase de lucha política, una crisis de extrema importancia en la que intentan recuperar y definir la revolución e impedir que sea secuestrada por el brazo religioso del Antiguo Régimen, es decir, por unos partidos islámicos que fueron fomentados, si no creados, por los represores del pasado y que, como era de esperar, llegaron demasiado tarde a una revolución que apenas aprueban y que solo ven como una oportunidad para reavivar o mantener las viejas estructuras de poder, construyendo su típica hierocracia del bazar y el señor feudal.
Los pueblos revolucionarios de Egipto y Túnez, han de enfrentarse con decisión y tenacidad, con todos los medios a su alcance, a esta 'korniloviada' islámica, esta algarada de curas contrarrevolucionarios, que intentan mantener al mundo árabe en sujeción y vasallaje, en el repugnante liberalismo del trapicheo y el atraso secular, la postergación aldeana o la dependencia turística.
Hoy más que nunca, es necesario partir el espinazo de la contrarrevolución islámica y subyugar o eliminar 'políticamente', a los curas, caciques o lacayos que se opongan al progreso de la nación árabe.
¡Caciques al GULAG!
Workers of the World, Unite!
¡Reciprocidad! ¡Repatriación! ¡Revolución!
