Si en el legendario pasado, tocar a reyes y princesas era considerado un augurio de dicha y bienaventuranza, hoy, Cortijo-España y Marruecos o Marruaña o Esparruecos, esa entidad simbiótica de explotación y abuso señorial, han hecho de la gracia monárquica el podrido estigma del atropello pederasta.
(ver http://www.elmundo.es/elmundo/2013/08/04/espana/1375646351.html)
En las ansias y oscuras apariencias de congraciar a un pueblo cobarde y pacato, al borde del colapso bajo la pesada losa de la exacción caciquil, el monarca Borbón, el Cazador de Bostwana y su comitiva de majaderas cortesanas, han extendido, en un típico alarde más de esa torpeza diplomática a la que nos tienen acostumbrados, la protección del secuestrado Estado Español a las más repugnantes mafias de explotación sexual infantil.
Si con su funesta y desgraciada visita, los caciques buscaban estabilizar a un Marruecos que aún no ha decido su destino en el huracán de la revolución árabe, nuestros sabedores del ladrillo patrio, han conseguido abrir un nuevo frente de descontento y protesta contra sus aliados y amigos del Makhzen.
¡Caciques al GULAG!
Workers of the World, Unite!
¡Reciprocidad! ¡Repatriación! ¡Revolución!
