La derrota de la República burguesa durante la Guerra Civil es un clásico ejemplo de lo que pasa cuando no existe el control derivado de un 'clima de radicalismo ideológico', es decir, que no solo la razón se tuerce, sino que se cae en la sinrazón. En España no hubo 'sectarismo estalinista', como el facherío gusta decir, sino que, muy por el contrario, el PCE fue la única fuerza unificadora que podría haber ganado la guerra si hubiera destruido sin piedad (como los revolucionarios franceses hicieron en la Vendée), a las diferentes facciones y 'pasiones' izquierdistas, anarquistas y nacionalistas que, los golpistas y sus aliados internacionales, intentaron mantener vivas. La República se suicidó por falta de radicalización ideológica y no por ella.