Sunday, 12 August 2012

Subvención es Revolución





Sobre las ricas subvenciones robadas por la caciquía. 

Entre los falsos mitos, cuentos chinos, historietas y filfas que los arteros burgueses y sus espoliques promueven contra sus más feroces, implacables y consecuentes enemigos, es decir, contra los proletarios, las subvenciones del Estado ocupan un lugar tan odiado, como destacado. Es por ello que, unas breves palabras de clarificación, nunca están de sobra. 

El Estado y todos sus servicios, incluidos los policiales y militares con los que los caciques pretenden llevar a cabo sus represiones y golpes facinerosos, son sufragados, en su totalidad, por los trabajadores, una gran parte de ellos mileuristas o cieneuristas, por lo que no existe, nunca ha existido y nunca existirá, ninguna contradicción, incoherencia o paradoja en que, aquellos que pagan el Estado reciban subvenciones, subsidios, premios, seguros, etc, etc... del mismo, pues esa es la finalidad del Estado, de un Erario Público que los trabajadores costean para fomentar el reparto de la riqueza nacional y promover aún más riqueza, bienestar, productividad, progreso, salud, educación, igualdad y mejor nivel de vida. 

Sin embargo, sí existe una contradicción insalvable, fatal, monstruosa y absoluta, entre el liberalismo que los caciques y demás capitalistas dicen profesar y su dominio, apropiación y secuestro parasitario de un Estado que no solo no les pertenece, sino que, además, ha sido creado y arrancado a golpes por los trabajadores de su rapaz y usurera obstrucción; con sangre, sudor y lágrimas y con la total oposición de unos explotadores que, desafortunadamente, han conseguido apropiarse, con engaños, sevicia y violencia, de las jugosas y golosas subvenciones estatales que tanto dicen despreciar y que denuncian con tanta saña y gusto cuando revierten a sus legítimos propietarios, pero que disfrutan con tanta fruición cuando, en la mayor parte de los casos, se apoderan de ellas con sus sistemas de corrupción (la corrupción podría definirse como un sistema para apropiarse de las subvenciones del Estado) y nepotismo generalizado. Es ese Estado y sus suculentas subvenciones, que las élites dicen querer destruir o minimizar a toda costa, los que garantizan la existencia de la oligarquía y salvan sus pringosos culos del sangriento destino que les esperaría en ese verdadero mercado libre que tanto dicen adorar. 

Recuerden por tanto caciques, cuando los trabajadores pongan fin a las subvenciones estatales, sobre las que su improductivo e ineficaz sistema de saqueo y sus ineptas y degeneradas personas medran, su existencia habrá llegado a un merecido final.

¡Caciques al GULAG!
Workers of the World, Unite!
¡Reciprocidad! ¡Repatriación! ¡Revolución!