Las mafias y el efecto caciquía.
Con un populacho cortijero completamente arrodillado, intelectual, política, económica, social y moralmente, los diferentes desgobiernos de Cortijo-España pueden y ejercen su derecho de escarnio y pernada sin trabas o tapujos. Así, a la descarada importación de más y más inmigrantes para mantener el infernal ritmo de explotación laboral y miseria salarial de un sistema liberal improductivo, tóxico y de rapiña, nuestros caciques, continuando sus crueles mofas, lo denominan efecto llamada o una consecuencia colateral de la actuación de las malvadas mafias, aunque, a estas alturas, hasta las almas más cándidas del nazi-izquierdismo patrio pueden barruntar, con un mínimo esfuerzo, que el efecto llamada no es más que un eufemismo para la importación, solo en apariencia anárquica e irregular, pero altamente organizada, regulada, estructurada y a granel, de más mano de obra esclava para el capitalismo patera que operan y las mafias de las que hablan, no son otra cosa que ellos mismos y todos aquellos lacayos que dependen, directa o indirectamente, de la explotación de los inmigrantes, ya sea el ladrillo, el servicio casero, la prostitución, los gabinetes de abogados, las oo.nn.gg, el tráfico de drogas, los locutorios, los caseros, etc...
Desde 1989 (fecha de la aciaga destrucción del Muro Antifascista de Berlín), los caciques de Cortijo-España, carentes de todo talento o ética productiva revolucionaria, pero aprovechando la situación geográfica de una Península Ibérica que devoran, decidieron ponerse a la cabeza de la globalización explotadora más rapaz, aquella basada en el tráfico de seres humanos, abandonando las fronteras y creando un verdadero puente de paso, un ladrillo flotante, acaparador y centro de los movimientos migratorios internacionales, a la vez fuente y sumidero de millones y millones de emigrantes e inmigrantes, un intercambiador de trabajadores baratos que ha de mantener el flujo constante de explotados para, a duras penas, mantenerse a flote.
En este proceso de extracción salvaje de plusvalías, la población nativa, ablandada por los largos siglos de dictaduras civiles, militares y religiosas de una casta depravada, ignorante, corrupta e incapaz y traicionada por una izquierda reflejo de sus amos, no ha ofrecido apenas resistencia incluso cuando era evidente que, no ya la soberanía popular y el orden constitucional eran violados repetidamente y destruidos, sino que su propia supervivencia como pueblo y nación, estaban amenazados.
Hoy, afortunadamente, el daño ya está hecho y salir de un tal agujero requerirá la desaparición cultural y biológica o la revolución... o ambas cosas.
¡Caciques al GULAG!
Workers of the World, Unite!
¡Reciprocidad! ¡Repatriación! ¡Revolución!