La decadencia y el marasmo secular español, no tienen orígenes raciales o culturales, sino políticos. El mismísimo Einstein en España no habría producido nada, pues España no tiene ni las infraestructuras materiales, ni crítico-académicas que constituyan un 'ecosistema' intelectual y político capaz de hacerlo posible. La ciencia y la tecnología (incluida la social) y sus exigencias de eficacia, productividad y 'verdad', son demasiado peligrosas para los caciques, por lo que estos tienen que mantener un nivel de control político de los círculos académicos que los convierten en estériles imágenes de sus cortijos. Es cierto que, como se ha visto recientemente con el Brexit, Trump o el inmigracionismo, este control político se da en todos los países, pero España sufre una hipertrofia en un sector académico tradicionalmente ligado a los mecanismos de poder y administración del Estado. Las universidades españolas no buscan el conocimiento o la ciencia crítica que se integre en la sociedad para producir más y mejor, sino que son graneros de futuros administradores y políticos de un régimen establecido hace largo tiempo. Sus títulos, proyectos y lumbreras, tienen más bien una función de prestigio e intimidatoria contra la población trabajadora, a la que se quiere mantener subyugada material y mentalmente.
comité espartaco