La farsa tiene que terminar. Esta gentuza se está poniendo la soga al cuello, no sabe con lo que realmente juega, no posee ni la más mínima noción de la historia social de Europa. Nos los vamos a comer vivos en cuanto bajen sus defensas o tengan un derrape, y este de Grecia es uno que apunta grave. Vamos a esperar a cómo se lo toma la plebe griega. De momento, queda claro que las instituciones supremas del Estado, supuestamente soberanas y que ya estaban desprestigiadas, son un completo fraude, y que han sido abordadas por una banda de nazifascistas extranjeros y una quintacolumna, intrigando contra los derechos más fundamentales de la ciudadanía.
Grecia, y con ella las otras naciones europeas, han perdido la soberanía mediante un golpe de estado institucional. Los parlamentos europeos son un fraude, se mire como se mire. Incluso el parlamento alemán es un fraude, puesto que usurpa competencias que no son las suyas tolerando este atropello internacional: se ha convertido en el Reichtag al que aspiraban ciertos sujetos abominables de los años 30. Y ante el derecho democrático soberano de las naciones, todo pretexto tecnocrático de cuatro listillos petulantes e hijos de puta marisabidillos con cobertura mediática en los medios amarillos, sólo y enfáticamente sirve para limpiarse el culo. A estos, en cuanto se pueda, pronto habrá que pagar sus servios con su propia moneda.
Golpe neofascista contra la democracia en Europa, cambio de régimen de facto. El órdago reaccionario de Merkosy y el capitalismo internacional es de primer orden, una paliza mafiosa al disidente, absolutamente extrapolable al conjunto de estados de la “Unión”. La respuesta no debe ser menos revolucionaria. Puesto que los parlamentos e instituciones democráticas son un fraude al servicio de siniestas oligarquías dispuestas a todo para transferir su despilfarro y ruina a los trabajadores y sus familias, sólo cabe hacer una llamamiento a que la población se organice en consejos y juntas populares, en los centros de trabajo, en los barrios y donde haga falta. No hay que ceder ni un milímetro de democracia y recuperar la expoliada. Este proceso es, como dicen nuestros cretinos neoliberales, inevitable: hay clara tendencia al asamblearismo desde el inicio del movimiento del 15 M. La diferencia es que, con la ocupación de las instituciones por parte del neoliberalismo golpista, la plebe no tendrá más remedio que abandonar definitivamente sus expectativas respecto al parlamentarismo existente y volcarse en el asamblearismo.
Cuanto antes se comience, mejor para la mayoría; menos tiempo para organizar el IV Reich dejaremos a nuestros enemigos.
Esperemos que la ciudadanía griega y el Ejército tengan la última palabra en Grecia -pero esto incumbe, en primer término, a Italia y España (robo de referéndum de reforma constitucional y elecciones cuando el Gobierno sometió su programa electoral a la orden telefónica de potencias extranjeras): Los españoles tendrán el dudoso placer de sentir en carnes propias los instintos matapobres del PP, otra gentuza neofascista tan despreciable como quien ha pagado con la indigencia de las mayorías españolas la sonrisa babeante de los déspotas predadores de ese club neoliberal sin voto de Europa. Cuando experimenten que también se aplasta su voluntad democrática por el neoliberalismo enloquecido –por ejemplo, agonizando a las puertas de un quirófano privatizado, porque, precisamente, “no pueden vivir por encima de sus posibilidades”-, no tendrán más remedio que montar sus propios órganos democráticos. Más vale que vayan despertando ya, sino, los mazazos son inevitables.
Alguien le tiene que contar la realidad de la crisis a la gente –que no sólo es que estamos en ruina y los ricachos se lo han gastado y llevado todo. También y sobre todo es que, o comenzamos a mover el culo en masa, o nos comen vivos mañana mismo.
Demagogo (03.11.11)
Thursday, 3 November 2011
PARLAMENTOS APROPIADOS, DEMOCRACIA POPULAR
Nos tratan como a esclavos viejos desechables, como a rameras. Ya sólo les queda tratarnos como a trabajadores forzados o a judíos en un campo de exterminio nazi, o comernos vivos... Cosa que los mercados acabarán por exigir formal y explícitamente, si no lo han hecho ya.