La intelectualidad orgánica izquierdista de la caciquía.
El recientemente fallecido univer-sicario Fernández Buey, nos da la medida del lamentable estado de la intelectualidad en Cortijo-España en general y, en especial, de la penosa indefensión teórica de una clase trabajadora a la merced filosófica de sus amos, constantemente engañada, acosada y privada de casi todos los medios de lucha contra la opresión e infiltrada, moral e ideológicamente, por las insulsas, anodinas e insensatas ideas ANTI-MARXISTAS de una izquierda castrada e inofensiva, al servicio de la oligarquía.
Es profundamente erróneo y falso, el clasificar las estrafalarias y mezquinas ideas de los univer-sicarios altermundialistas, tercermundistas y demás samaritanos izquierdistas o burgueses, como marxismo, gramscismo (Gramsci, es siempre objetivo predilecto de la manipulación y las mentiras de la canalla revisionista y burguesa) o lo que se debería entender por comunismo tras Marx y la Revolución de Octubre, es decir, socialismo científico, en oposición al comunismo utópico, primitivo, cristiano, etc...
El marxismo es, esencialmente y a pesar de las rabietas, pataleos y berrinches de los burgueses, una ciencia (exacta, como diría Lenin), que se constituye como tal, no solo a través de sus análisis económicos e históricos, sino también a través de una crítica filosófica feroz y despiadada del movimiento obrero y el comunismo precedentes y, muy especialmente, del comunismo utópico, al que el marxismo supera y sobrepasa, haciendo posible la práctica revolucionaria real y victoriosa y posibilitando la transición desde la imaginación, la fantasía y la impotencia, a la realidad histórica de la dominación proletaria.
La crítica de la utopía es, por tanto, pieza fundamental del marxismo y la acción revolucionaria, lo cual explica por qué los burgueses dedican tanto tiempo a su defensa, promoción y regeneración, ya sea por medios intelectuales y univer-sicarios, como políticos (izquierdismo, feminismo, ecologismo), químicos (drogas) o de otro tipo (circo), o intentan desprestigiar el marxismo y los modelos socialistas de los trabajadores, confundiéndolos con la utopía, el infantilismo y el ensueño o con las terribles distopías de los escritores de la propaganda de clase de los explotadores. Así, por ejemplo, Orwell, que era un espía y chivato británico y, casi seguro, un agente secreto en la Guerra Civil, escribe su famosa novela 1984, entre 1944 y 1948, publicándola en 1949, es decir, que podría interpretarse como un ataque de la oligarquía británica, no solo a la URSS y su supuesto estalinismo degenerado y patológico (los marxistas, por el contrario, consideramos el 'estalinismo' como una respuesta, más o menos adecuada, pero históricamente necesaria, a las criminales políticas burguesas de acoso, derribo, aislamiento y exterminio de la URSS), sino contra un peligro mucho más cercano: los gobiernos socialistas que hicieron posible la victoria en la II Guerra Mundial y crearon el Estado del Bienestar en Gran Bretaña.
¡Caciques al GULAG!
Workers of the World, Unite!
¡Reciprocidad! ¡Repatriación! ¡Revolución!