La expropiación popular de los expropiadores siembra el pánico entre la canalla caciquil.
Cualquier acto popular de expropiación de los expropiadores, por mínimo y recatado que sea (como el que hoy se da en Andalucía), provoca una instantánea reacción de rechazo y pavor entre la corrupta, depravada, cleptómana y envilecida caciquía que se defeca regularmente en la subyugada e inerme población, pues la hace recordar que su posición de supremacía y abuso, puede ser invertida y aniquilada en segundos por la resistencia determinada de los trabajadores.
El nefasto y anacrónico régimen oligárquico que medra desde hace ya siglos en Cortijo-España y que ha destruido continuamente toda posibilidad y perspectiva de desarrollo y progreso, solo puede existir bajo la premisa de la pasividad popular, conseguida con engaños, propaganda y amenazas de terror caciquil o la de la descarada y descarnada traición y violencia de una conspiración militar que cuente con la ayuda de las oligarquías extranjeras. Es por eso que, los asaltos proletarios a supermercados, bancos y demás contubernios de explotadores, socavan una de las premisas fundamentales del corrupto régimen, forzándole a tomar medidas más violentas y a derivar hacia lo que más teme: la guerra civil, es decir, la guerra de clases que le arrastrará, inexorablemente, al patíbulo.
¡Caciques al GULAG!
Workers of the World, Unite!
¡Reciprocidad! ¡Repatriación! ¡Revolución!
