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Sunday, 23 October 2011

Gaddafi: Crónica de una Muerte Anunciada

La falta de Constitución como frágil pilar del Antiguo Régimen

El asesinato de Gaddafi y sus herederos, es consecuencia de la naturaleza de un régimen personalista y autocrático, una necesidad histórica a la que el régimen aconstitucional y anticonstitucional de Libia no ha podido sustraerse.

La total dependencia de todos los resortes de poder en una persona y su círculo familiar, la sistemática destrucción y ninguneo de las necesarias estructuras de un Estado moderno, el nepotismo, los intentos por instaurar una monarquía bajo apariencia republicana, la corrupción intrínseca de un régimen 'clientelar' y los excesos a los que naturalmente da lugar, han terminado por engullir y devorar a una aristocracia palaciega que recuerda, en muchos sentidos, las intrigas y luchas 'pretorianas' por el control del Imperio Romano.

En el fragor de la justa revolución y el trasfondo de una guerra civil necesaria, la trama política aristocrática y burguesa de la conspiración y la daga, se han consumado con inexorable crueldad y determinación.

Tras más de 40 años en el poder y a pesar de ciertos méritos, Gaddafi, como otros regímenes alrededor del mundo, no consiguió instaurar un sistema constitucional de gobierno y administración pública, produciendo una monstruosidad política y moral que ha terminado por destruir su reino, su persona y miles de individuos más.

La falta de constitucionalismo, el recambio en el poder, el acceso democrático e igualitario al mismo, la renovación generacional, son el verdadero Talón de Aquiles de las muchas revoluciones que, basándose desmesuradamente en las virtudes carismáticas de sus líderes, han degenerado en versiones más o menos populares del Antiguo Régimen, en cultos religiosos y supersticiosos de los poderes mágicos de una aristocracia presumiblemente infalible.

Hoy, invocando a dios, Libia consuma su fase burguesa, pequeño-burguesa e islamista, del proceso revolucionario abierto en Túnez, pero intentando convertir la revolución en una manifestación religiosa que aleje a los proletarios del socialismo y garantice la dominación de unas élites no tan diferentes de las que ayer apoyaban a Gaddafi, se ha transformado ya en Antiguo Régimen. Solo la creación de un partido marxista, proletario, podrá mantener abierto el proceso revolucionario y las perspectivas de cambio real. Hoy, la lucha por la revolución proletaria, es más urgente que nunca.

Workers of the World, Unite!

¡Reciprocidad! ¡Repatriación! ¡Revolución!

(European Communist Party, in Facebook)

http://comitespartaco.blogspot.com/

Friday, 21 October 2011

Gaddafi: Asesinato y Violencia Revolucionaria

Los proletarios apoyamos y defendemos la violencia revolucionaria, no la sevicia, el linchamiento o el asesinato de las personas.

A pesar de que y, precisamente porque, la oligarquía mundial, aprovechando nuestra impotencia, nos agrede constantemente, directa e indirectamente, con sus diferentes políticas, corrupciones, chanchullos, conjuras, guerras y crueles represiones, la violencia grotesca y gratuita, nacida de oscuras conspiraciones o las torturadas mentes de individuos trastornados no es, ni puede ser, justicia o venganza popular.

Malaventurado y despreciable, es el pueblo que ha de delegar el ejercicio de su fuerza y justicia revolucionaria a los psicópatas de la república, en manos de tenebrosas instancias nacionales o internacionales o a combatientes excitados en el fragor de la batalla.

La justicia popular, como la revolución de la que nace, es un acto de toma conciencia supremo y solo puede ser responsable, inequívoca, cierta, heroica, épica, poética, 'divina'. La justicia revolucionaria, es la encarnación y expresión consciente de la voluntad común y organizada del pueblo explotado, venganza universal por los agravios, males y torturas sufridos durante largos años, pero también advertencia y castigo ejemplar contra los enemigos de clase y clarificación científica de la explotación sufrida. La violencia revolucionaria es una obra de arte. La culminación de una katarsis que busca y obtiene, la justicia y la igualdad.

El cadalso es una forma aceptable y razonable de justicia, pero las formas de la legalidad revolucionaria son tan importantes como su esencia y exigen su cumplimiento en beneficio de la salud pública y la concienciación de los seres humanos.

El asesinato de los Gaddafi, cuando no había peligro de fuga o exilio, es un crimen que apunta a sombrías maquinaciones burguesas e imperialistas y una ocasión perdida para clarificar las redes, métodos y sistemas de la explotación alrededor del mundo.

El ultraje, ocultación o destrucción de sus cuerpos, tampoco es una política revolucionaria, pues la verdadera Revolución, no teme a nada, ni a nadie y busca confrontar las contradicciones de la condición humana.

La política de daga y puñal, la puñalada en la espalda, la traición y la perfidia, la crueldad, el atropello y el arrebato del manicomio y del psiquiátrico, son los símbolos violentos de la clase explotadora y nada tienen que ver con los trabajadores levantados en armas y la conciencia revolucionaria.

N.B: Censurado en publico.es

Workers of the World, Unite!

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